Sobre el Intento o Voluntad verdadera en la Sexualidad

El sentido profundo de la energía sexual ha sido deformado históricamente, se ha llenado de culpa a través de las religiones de la matrix, y se ha banalizado y prostituido por medio de las leyendas y chistes al uso en las conversaciones familiares, amistosas y sociales. En la visión de la sexualidad mágica, esta poderosa energía puede usarse también para plasmar realidades en la materia enviándola al exterior para cumplir otros objetivos. Para curar, para unificar las energías de los amantes en una sola aura, para la ascensión mutua, la sanación de la Tierra, para la ensoñación o el viaje del alma visualizándose flotando en cuerpos luminosos cogidos de las manos (volar juntos), para la elevación del nivel de conciencia de toda la humanidad, etc. Pero sobre todo es esencial para elevar y modificar la frecuencia vibratoria de nuestras células y de nuestra envoltura energética, además de activar las partes dormidas de nuestro código genético y crear nuevos filamentos operativos. Por tanto el placer no es el único objetivo del vínculo amoroso, ni siquiera el amor de pareja, ya que el fuego del sacro eleva enormemente la potencia de cualquier pensamiento que podamos formular y mantener focalizado en los momentos álgidos de la relación sexual, tanto para lo luminoso como para lo oscuro.

En la “vía de la mano izquierda” este proceso se llama mahi kaligua. La fuerza mental alcanza su apogeo en el momento del orgasmo masculino y femenino (sin necesidad de eyaculación) y es entonces cuando la podemos utilizar para influenciar sobre otros fenómenos o influir en las leyes universales… Así la unión sexual se convierte en una plegaria y el objeto de la oración o de la invocación hay que formularlo de manera precisa, más allá del placer y los deseos personales, como por ejemplo la unión profunda o la fusión de corazones.

 

En este dominio del amor sagrado, son cuatro las energías que se combinan para que el Intento verdadero sea respondido sin dilación por el Gran Espíritu. Y cada una de ellas es necesaria para que el abrazo íntimo pueda convertirse en un camino espiritual que conduce directo al presente vivo, al silencio mental, a la ensoñación compartida, a la fusión de corazones, y finalmente a la ascensión mutua y al Vacío. Los describo de manera sencilla y entendible, evitando matices que complicarían el relato: la capacidad para focalizar tu pensamiento sin distracción a través de la voluntad (1); que seas  competente para crear un intenso sentimiento o aspiración espiritual (2); que dispongas de energía abundante en tu cuerpo luminoso (atención a los predadores del brillo de la conciencia, al exceso de masturbación y a las explosiones emocionales femeninas-3); y que disfrutes, sea cual sea tu edad, de una líbido juvenil (capacidad para excitarte) en una conciencia madura (buena relación con el Elemental del cuerpo y plena confianza en su capacidad para responder a las demandas de tu naturaleza física y sexual -4).

Y cada una de ellas exige una cierta maestría que jamás llega por casualidad, es decir que no puede improvisarse en un pequeño encuentro de tres o cuatro días centrados en la limpieza y expansión de nuestra sexualidad. Puedes abrazar tu sombra sexual; afrontar tus obsesiones y fantasías; liberar miedos en la relación de grupo y respecto a tu propio cuerpo; recapitular los traumas infantiles; ensayar en el vínculo de pareja los diferentes circuitos que preparan la vía del amor y del éxtasis; pero no te será posible ninguna experiencia profunda de esas que se atribuyen al Tantra (siempre queda la suerte del principiante). salvo que seas una persona veterana del trabajo interno y que tus relaciones sexuales ordinarias sean plenamente satisfactorias. Por tanto no se acude a estos encuentros a resolver los problemas que tenemos pendientes con la sexualidad (mejor trabajar con la sombra), sino a elevar de plano y frecuencia lo que ya está resuelto y funcionando perfectamente en la relación de pareja.

 

Otra manera de ver la cuestión sexual en perspectiva es diferenciar entre los cuatro estadios evolutivos de la sadhâna tántrica que conduce al éxtasis místico y a la liberación. La primera etapa se llama Nigredo (fase oscura relacionada con el estado tamásico o denso de la energía, es sustancia y crea inercia) y es un reflejo de las tinieblas del inconsciente. Hay que trabajar intensamente para liberar los bloqueos sexuales y el eros reprimido, pasando por oleadas de rabia, de victimismo, tanto de odio hacia la agresividad masculina como de rechazo visceral del caos emocional y nuestra dependencia ante lo femenino… En este punto no hay que olvidar que el amor incondicional o la compasión búdica exige la aceptación amorosa del otro, al margen de cuales sean sus movidas personales y sin implicarse en ellas.

Por eso todas las parejas estables que comienzan con un trabajo tántrico saltan en pedazos (temporalmente), porque lo primero que sube a la superficie es la oscuridad del “cuarto de los trastos”, las situaciones pendientes de resolver que toman el mando en cuanto nos mantenemos un rato la mirada. Se trata de una verdadera y profunda regresión de limpieza para regenerar la relación. La ansiedad, la angustia, el miedo, la frustración, los fantasmas del pasado, la confusión, las dudas, la agresividad, todo se junta para que atravesemos la llamada muerte iniciática y podamos regenerar de nuevo la relación como seres autónomos y con alegría. Cuando los amantes no han acumulado crisis y se conocen recientemente toda esta etapa se centra exclusivamente en liberar los recuerdos de parejas anteriores, tema que a menudo se lleva mucho más fácilmente ya que sólo nos afecta de costado…

La segunda etapa se denomina Albedo, claridad y felicidad de la fase luminosa o sáttvica de la energía, es el regalo del espíritu después de la disolución de la sombra. Es inteligencia y crea equilibrio o balance. Has puesto luces en medio de la oscuridad de la cueva del dragón y has alcanzado el silencio y la vacuidad mental. Has pasado por la regeneración del bautismo emocional del agua (nigredo) y ahora llegan los regalos y la expansión de la conciencia que esta conquista provoca. Es el despertar del fuego de la Diosa que barre y abrasa a su paso con toda definición personal. La historia de tu vida y tu importancia personal se difuminan, la locura de las obsesiones y los delirios sexuales se desvanece, es el tiempo en que todo lo sexual es sublimado hacia el Espíritu.

La tercera etapa es Rugedo, el color rojo del amor, que corresponde a la energía rajásica, que produce desequilibrio y permite evolucionar. Los amantes ya no tienen obstáculos, sienten su alma liberada y se focalizan en la mutua ascensión hacia el Espíritu, eternidad e inmortalidad del Ser. Han transformado su vida cotidiana, elevado la frecuencia de sus relaciones con el mundo, e irradian amor impersonal en cada uno de sus actos. La verdad, la bondad y la belleza, acompañan a su amor libre de ataduras. Son maestros de la vida cotidiana y sirven como ejemplo del amor trascendido.

La cuarta etapa Espiritual reúne a las tres gunas, cuyo significado es “lo que amarra”, porque son ellas las que nos mantienen unidos al mundo externo (tamas, rajas y sattva). Son los poderes del alma que sostienen la materia, la vida y la mente, y cada objeto está compuesto por diferentes proporciones de las tres. Nos ayudan a profundizar en el funcionamiento de nuestra naturaleza mental y espiritual.. Es en esta fase donde se cierra el círculo y se abre la espiral. Los dos amantes se han convertido en Shiva y Shakti, en maestros ascendidos caminando por la Tierra. Han realizado la Piedra filosofal del amor verdadero y de la eternidad. Ya están fuera del tiempo y de la separatividad. Su conciencia del ser está por encima del tiempo (vejez y muerte) y del espacio (pueden visitar cualquier lugar del universo). Es el segundo bautismo por el Fuego del Espíritu, después de que el ego personalista ha sido crucificado y el fuego devorador del amor ha convertido nuestro cuerpo en luz radiante.

 

Pero volvamos a un concepto que ha quedado sin desarrollar, el de los Circuitos amorosos. En el juego tántrico la dificultad mayor es derivar nuestra atención del deseo de placer para poder enfocar otros objetivos, aunque sean internos. Sabemos que los ojos y el sexo son dos de los instrumentos más poderosos para mover el llamado punto de encaje o centro de ensamblamiento de las percepciones. Y sabemos también que cuando existe un mutuo propósito de aspiración y elevación espiritual, unido a un buen feeling amoroso y a una líbido poderosa (pasión sexual), nos encontramos en el camino de la fusión de corazones y, aún más allá, del éxtasis místico. Estos dos principios nos vinculan con los diferentes circuitos que podemos establecer en el amor de pareja, relacionados con los chakras que están por encima del plexo solar. En principio señalar que los tres primeros chakras corresponden a la personalidad egótica y están regulados por el animal de poder o aliado, capaz de encauzar las energías de la salud y la sexualidad, del poder personal y la relación con la supervivencia en la Madre Tierra. A estos centros del vientre corresponde el circuito del placer.

En el pecho el Circuito del corazón (4º chakra) implica que la mujer transmita su exceso emocional al hombre (y que éste sea capaz de recibirlo) y el hombre su exceso de agresividad e impulso a la mujer. A nosotros nos sobra (altera nuestro equilibrio y a nuestra pareja le falta). De tal manera que la mujer da pecho y el hombre da vientre. En el abrazo íntimo, la mujer inspira desde el vientre del hombre a su propio vientre y expulsa desde su pecho al pecho del hombre, El hombre inspira del pecho de la mujer al suyo propio y expulsa de su vientre al de su compañera. Y este círculo energético hay que mantenerlo de manera continuada a lo largo de 20 ó 30 minutos, hasta que seamos capaces de sentir la fusión de los cuerpos, especialmente la unión de los pechos en uno. El Circuito del aliento se relaciona con el 5º chakra, y simplemente se trata de inspirar durante largo tiempo (esos 20-30 minutos) el aire que expulsa nuestro amante y viceversa. Hay que dejar la cabeza de lado y penetrar en las sensaciones y los sentimientos, manteniendo un profundo abrazo en el pecho y siendo suaves en el intercambio de alientos (siempre entra algo de aire por la nariz que facilita el tráfico de alientos). El Circuito de la mirada tiene que ver con el sexto chakra, y por medio del primer principio que he descrito anteriormente, mirarse largo tiempo a los ojos puede hacer penetrar en estados muy profundos de conciencia. Hasta fundirse en el otro, pensar con su cerebro  o simplemente convertirse en él/ella. Veremos muchas caras, pero hay que poner la atención en la niebla azulada y dejarse absorber por ella, hasta ser aspirados a otra realidad. Si practicamos este circuito manteniéndonos en penetración sexual, y con los movimientos secretos del yoni femenino, entonces es como mirar el reflejo del sol en agua corriente, y rápidamente nos sentimos transportados a una experiencia cumbre. Por último el Circuito del  abrazo sutil se realiza visualizándose y sintiendo el abrazo amoroso encima de nuestras cabezas, además del cuerpo físico, como si el cordón del canal central que sale por la fontanela se enlazara con el primer chakra de los cuerpos etéreos de la pareja y subiera también hasta su fontanela sutil. Estamos en relación con el séptimo chakra, que permite el viaje del alma y la ensoñación consciente. Es una práctica compleja que exige la maestría de las cuatro energías que permiten el Intento verdadero, relatadas al principio de este artículo.

 

Nada más por hoy. ¡Buen Camino! Ultreia e Suseia

Miyo, verano 2014

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