Ser padres
Mi hijo tendrá 4 años en septiembre. Le permitimos el No, sus enfados, rabia hacia nosotros, nos deja impotetentes, ignorantes ante nuestros propios modelos, sellos a fuego del caguen… de mi papá y qué penita de mi mama: es inconsciente. Perdemos el sentido común y reconocemos que necesitamos ayuda. Inundados de stress, ni tiempo para encarar sus ojos, ni ganas de discutir y él gana. Nos supera en todo y ¡claro! está llenito de energía SIEMPRE.
¿Qué podemos hacer ante un Guerrero que con todo nuestro Amor aún no alcanza? Perdemos el Contacto ya que todo cae en el instante… de ÉL.
Un fuerte abrazo, Miyo.
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Saludos Jose Luis:
Tu pregunta pueden compartirla infinidad de padres que sienten que sus hijos son impermeables a su dedicación y a su cariño, y desde muy enanos están ya batallando de frente contra sus papeles paternos, como si simplemente vivir aquí fuera para ellos una tortura salvaje.
Pues en realidad eso es lo que les pasa. Están viniendo niños que nunca han estado antes aquí, que mantienen contacto con su Ser aunque aún no sepan hablar de eso, y que no comprenden las mentiras que nos jugamos en casa, en la escuela, que se hipnotizan de televisión, que no son capaces de encauzar sus sentimientos y que explotan de manera incontrolada en ataques, que a veces llegan a parecer casi convulsiones epilépticas.
Visualiza a tu hijo con dos o tres años, y masajéalo con cariño. Bésale las manos y los pies y reconoce su Espíritu. Agradécele que se haya dignado acompañaros un rato en esta vida y también todos los desafíos que os pone delante para aprender. Él es el maestro.
Verás como cambian las cosas en cuanto lo hagas una sola vez, y más cuando lo repitas durante un tiempo. Racionalmente no hay mucho que hacer porque su experiencia es hasta el momento premental, pero desde luego la energía no le cabe en una cosa tan pequeña, que es este nuevo vehículo al que no está acostumbrado, que no le obedece del todo, y con el que se desespera a veces. Testando a tu hijo desde aquí, se le rebosa el pecho con tantos sentimientos desbordados que tiene, y no controla su manifestación. Hay que ponerle los justos límites ahora, porque pronto será imposible. Que se mueva, que empiece un arte marcial, que mueva las energías.
Un cariñoso abrazo y mucha fuerza con el alienígena ese…
Miyo
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José Luis,
Qué dificil es tratar con esa materia virgen que supone un niño, tan maleable y tan complicada de moldear a la vez.
Comparto tus inquietudes y tus dudas, ya que me encuentro en una situación similar a la tuya.
Después de cinco años y medio de padre, pocas conclusiones he sacado. No hay reglas generales para solucionar un problema o resolver una situación difícil pero lo que funciona muy a menudo es el cariño y la comprensión.
Para un niño, el mundo es una jungla desconocida. Mucho más que para nosotros los adultos. Su ingenuidad y su inteligencia les hacen tomar decisiones que, la mayoría de las veces, son totalmente lógicas pero erróneas para la sociedad y el contexto en el que vivimos. Por eso necesita amor y sentirse comprendido y protegido y, sobre todo, entender el porqué de las cosas.
Hace tiempo trabajé en un centro (cerrado) de menores. Todos eran internados mediante decisión judicial debido a delitos más o menos graves, desde pequeños hurtos hasta asesinatos. Una vez – esta escena la tengo grabada en mi memoria – un menor cometió una falta a la vista de otro educador, que le sancionó con el castigo correspondiente. Sin embargo, éste no le comunicó el porque de la sanción. El chico empezó a cabrearse y gritar mientras subía a su habitación mientras el educador le reconvenía. De pronto, el muchacho gritó «No me importa que me castigues! Lo que quiero saber es POR QUÉ ME CASTIGAS!».
Un niño es por definición inexperto, pero no necesariamente imbécil. Es preciso hacer el esfuerzo de explicar las cosas de forma que alcance a comprenderlas correctamente, a guiarle con paciencia, a reprenderle o castigarle cuando sea necesario (sobre todo cuando él lo busca!) pero siempre con amor. Hay que luchar contra el cansancio del dia o dia, contra la desidia y la pereza que supone el trabajo de guiar a estos seres tan maravillosos. Disfruta de tu hijo y haz que el también disfrute de ti.
Bon courage!