Limpieza chamánica


En el Oratorio de Liuramae, cantando una alabanza para MA. Le invito a venir al círculo y viene sin demora. Enseguida percibe la energía disponible, y se pone en acción. Empieza a sacar un humo espeso y negro por la boca, muy abierta. El humo sale con fuerza, oscuro, saco las plumas de la limpia y ellas van elevándolo y disolviéndolo. Al rato, de su brazo izquierdo comienza a moverse una energía muy fuerte que también quiere salir. Tiene colores de fuego, amarillos, naranjas, rojos… Empieza a atravesar su brazo, es tan intensa que parece que se le fuera el alma con ella, y sale también por la boca, no sin dificultad, con arcadas y movimientos fuertes. A medida que sale, MA se va quedando vacío, muy vacío, tanto que al terminar de salir él se desploma, no parece que tenga aliento. Le llamo con fuerza, no quiere escuchar, como si este plano terrenal ya no le interesara, sigo llamándole, pidiéndole que venga, no hay manera… Entonces… como si de un niño se tratara… lo cojo en mis brazos y lo arrimo a mi pecho. Él se pone a mamar y nuestras miradas se conectan con ternura. Se queda ahí un buen rato, no quiere soltarse…

Una alabanza de empieza a sonar de manos de L con una fuerza arrebatadora…”Tierra, madre divina…» – pongo sus pies junto a la tierra, él sigue mamando, y la tierra los enraíza y empieza también a nutrirle. Al poco ya suelta el pecho, le tumbo en la tierra y ella le acoge como la gran madre que es, le rodea con sus raíces de los pies a la cabeza y le va nutriendo.

Al rato, MA se incorpora, su cuerpo sigue conectado a la tierra, esas raíces nutridoras le unen a ella con hilos elásticos invisibles que le permiten moverse con libertad y le mantienen unido. Entonces él abre sus brazos como para abrazar la inmensidad y su pecho empieza a iluminarse, de él empiezan a nacer unas grandes y negras púas, algunas caen al suelo, empiezan a brotarle también en los ojos. Él, sin prisa, comienza a quitárselas, de los oídos, de la cabeza, del cuello… el hueco que deja cada púa que saca se convierte en un rayito de luz. Va recorriendo todo su cuerpo, despacio, por detrás, por delante, las manos, los genitales, las piernas, los pies… y se va iluminando. Finalmente su cuerpo está resplandeciente y se abre a la vida como una estrella.
Mn

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