Extracto de Los exploradores del crepúsculo. Emilio Fiel

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La ensoñación puede intentarse a cualquier hora del día y no siempre son aconsejables las horas de la noche, en que estamos sometidos a las viejas rutinas y a veces llegamos muy cansados. Sea cuando sea, recuerda las etapas de la insensibilidad corporal, dejando que las preocupaciones, tensiones, el miedo y la negatividad se mezclen con la sensación energética y luminosa que asciende desde los pies a la cabeza. Haciendo especial hincapié en relajar la zona del bajo vientre, el plexo solar y diafragma, el cuello, la boca y los ojos junto con la parte superior de la cabeza. Se trata de relajar el sistema muscular y óseo, el sistema orgánico y visceral, el sistema glandular y la envol­tura energética. Distender el sistema nervioso simpático y poner en funcionamiento el parasimpático.

La luminosidad del cuerpo se ha convertido en una perla ra­diante que parece salir por la fontanela y que disuelve toda alteración. Luego desde allí irradia como un sol, con su luz tibia y dorada, que desciende hasta los pies y vuelve a ascender provocando un estado de mayor profundidad. Hasta sentirnos flotando en la luz y el sonido internos. La respiración lenta, como la de un sueño muy profundo y al espirar nos entregamos totalmente a lo desconocido.

Los exploradores del crepúsculo. Emilio Fiel

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