Arte
El arte de vivir el presente nos enseña que toda inspiración verdadera crece espontáneamente en los campos del silencio mental y en las aguas del sentimiento amoroso. Que emana brusca o serenamente de la comprensión instantánea, y fluye desde la contemplación extásica . Es la chispa celeste que desciende a la Tierra siguiendo el hilo de la meditación, la devoción, el rayo de la iluminación súbita y el encuentro con la naturaleza en estado puro. Por eso el arte ‘que transforma’, el arte que toca el alma, tiene la cualidad de plasmar lo invisible, el misterio insondable, en formas perceptibles y comprensibles para la conciencia quienes lo contemplan con los ojos del corazón.
En este 2012 que asoma, es mas necesario que nunca insistir en que hemos de convertirnos en Maestros del tiempo. Ese que puede cabalgarse en ambas direcciones. Que bucea entre las dimensiones y las envolturas sutiles del cuerpo, por medio del ensueño consciente. Es hora de comprender que cada día no es la repetición aséptica del anterior, que el Tiempo no es neutro ni repetitivo. Que cada dia tiene su propia vibración y facilita la realización de diferentes objetivos. Uno es mas apropiado para agradecer a la Tierra, otro para descubrir nuevos amigos, para disolver partes de nuestra sombra, para amar de manera especial, para crear obras de arte, para descansar y reflexionar, o también para trabajar con el cuerpo. El Tiempo es arte, insiste José Arguelles, que recién nos ha dejado para volar en la libertad del viento. Esta vivo, cambia constantemente de frecuencia, y nos empuja cuando lo cabalgamos conscientemente, a la evolución de la conciencia y al cambio colectivo. Aprendamos a manejar el tiempo intuitivamente, buceando en la cuarta dimensión. Sintamos desde dentro la vibración del día (sin necesidad de calendarios mayas o por medio de ellos), y captemos los momentos privilegiados para la creación de una obra de arte, una que sea capaz de transformar a todo el que la contemple de manera humilde y serena.
El arte nos acerca al Espíritu, ya que sin emociones, que por otro lado son la causa de tanto conflicto, no es posible ningún avance significativo en el camino hacia el Ser. La aspiración espiritual constituye el núcleo de la obra creativa. Nada que ver con paisajes hechos en serie, minimalismos fríos, o incluso con naturalezas perfectamente fotografiadas en el lienzo. Hace falta algo mas. Un toque de misterio, de confianza en lo humano, de amor por la Tierra, de sabiduría integrada.
Los taoístas insisten en que el acto creador viene del vacío y retorna al vacío. De aquI esos espacios en blanco de sus cuadros. Como un oasis de paz alrededor del cual se desenvuelve su visión del mundo. Para ellos el vacío sin forma es la esencia de toda inspiración. Parar el mundo y encontrar la paz del corazón. Aprendamos de estos maestros del recto vivir que, desde la huella de los siglos y los milenios, han realizado que si tu estas ahí el Espíritu esta ausente, y solo cuando desapareces el espíritu puede manifestarse. Entonces ¿quien firmara el cuadro? ¿Con que derecho te otorgaras su autoría? Solo el Espíritu es creador, y nosotros hemos de disolvernos y desaprender todo lo acumulado para dejarle espacio, y que pueda manifestarse libremente como la obra impersonal que alimenta los corazones.
Así las verdaderas obras inspiradas han de ser ensoñadas en un estado alterado de conciencia. Intuidas desde una visión mas amplia, y un estado de conciencia mas profundo que la vigilia ordinaria. No se trata de hacer una foto en colores, sino de introducirla magia en lo cotidiano. Alterar la realidad y transmitirle ese toque mágico que eleva el animo y abre nuevas fronteras a nuestro sentimiento.
Miyo, desde las taulas menorquinas en otoño 2011