7 de Julio: Testigos del Ser
En los montes de Málaga, bajamos a Ronda a trabajar con el testigo, a pasear sobre sus cortados de vértigo y caminar por sus jardines. ¡Qué fácil dormitar concentrados en la ilusión de que estamos despiertos! Por mucho que respires yo-soy, que sientas un contacto en la nuca, que intentes concentrar tu atención en que ningún pensamiento va a distraerte, activar el testigo exige la participación del ser completo, sentimientos y sensaciones incluidos. Es una emoción íntima, una especie de vibración generalizada como cuando se te ponen los pelos de punta o la carne de gallina. No una forma de respirar, pensar o percibir. Primero la mirada del monje, luego la mirada reflexiva y por último la mirada del guerrero, abierta al peligro y mirando cara a cara la dificultad. Esto en plena naturaleza es fácil, en la ciudad es un logro casi imposible. Y dentro de un hipermercado aún más difícil. ¿Cómo recibes todas las impresiones externas de manera unificada —colores, formas, sonidos, sensaciones, olores, gusto, y hasta pensamientos— desde un centro de encaje o ensamblamiento de las percepciones? ¿Es cierto que este centro se encuentra bastante detrás a la altura del omóplato derecho, o por encima de la nuca? Se trata de traer la quinta dimensión a la tercera, de poner en marcha el cuerpo luminoso mientras vivimos en el mundo de la forma, de asumir la realidad de los pasos de cebra pero al mismo tiempo ver su ilusión energética.
Cuando estás enchufado al recuerdo de sí, entonces todo fluye de manera integrada y te encuentras receptivo con todas las puertas y ventanas de tu casa interna bien abiertas. Entonces hay que tener cuidado con las distracciones especialmente para aquellos o aquellas cuyo plexo solar está sobrecargado, porque pueden llegar sensaciones dolorosas. 1- Primero se trata de percibir que lo que ves, oyes, sientes, llega en bloque y lo recibes desde tu centro. De dentro a fuera (ni meditación dentro, ni escaparates fuera). Tu presente en ti, mientras lo externo entra en tu ámbito de percepción. Que lo externo no te haga perder tu centro, como sucede en cada situación de la vida llamada ordinaria (si es que eso es vida). 2- Segunda unificarse con todo lo que vemos y oímos, sin juicio ni valoración. Ese niño, esa mujer, ese hombre, ese perro, soy yo, son aspectos de mí. Y todo esto sin palabras, con una mirada y una audición envolvente, que te haga sentir fuera del lorito interno que siempre está criticándolo todo. Mira esa minifalda, ese se parece a mi tío, ¿a quién se le ocurre vestirse así?, ¡que olor tan desagradable! , ¡Mira por dónde vas!… Practicar de esta manera hasta el punto de que comiencen a llegar los pensamientos desde el ser, desde el yo soy. Entonces la mente se focaliza de manera natural y no podemos distraernos hasta decidir por nosotros mismos cambiar de pensamiento. 3- Aprender a hablar desde el testigo. Resulta un poco más difícil y para ello hay que dominar el segundo punto y haber experimentado lo que llamo el halo de la visión global, que es una manera específica de mirar, oír, sentir y pensar como he explicado en el punto anterior.
El camino pasa por unificar las sensaciones, luego por pensar desde el ser, y finalmente por hablar y expresarse desde ese mismo centro, que no tiene una contrapartida física determinada. Es activar el cuerpo luminoso en la vida cotidiana y vivir desde ese lugar que no es atrapado por la dualidad y por tanto está fuera del juicio.
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