4 arquetipos del hombre

Saludos cordiales, miyo:

Leyendo tus artículos sobre lo masculino de estos días atrás he recordado el libro de Douglas y Gillette «La Nueva Masculinidad», sobre los cuatro arquetipos: rey, guerrero, mago y amante. Hace tiempo leí algo tuyo que incluía un quinto arquetipo: el bufón.

¿Podrías ahondar un poco en él?

Muchas gracias.
¡Fuerza y humor!
Jesús

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Saludos Jesús y vamos con el Bufón:

Como sabes, en cada uno de nosotros existe un arquetipo de control masculino: es el guerrero, a la derecha, que controla las energías vitales y emocionales y que se parece más al maestro zen, o al séptimo dan de artes marciales, que al soldado obediente y sin conciencia. A la izquierda está el Amante, la fuerza irracional femenina en nuestra vida, la locura creativa que rebosa los límites y se manifiesta espontáneamente y sin razón alguna, lo mismo que el amor. Detrás se encuentra el Mago que sabe focalizar perfectamente su Intento con paz en el corazón y dispone de energía suficiente para plasmar su propósito mágicamente en la materia. Así necesita equilibrar las dos polaridades (la mente masculina y la magia femenina). Y delante dirige el Rey, cuya misión es armonizar la autoridad con la ternura, el poder con la humildad, y convertir cada uno de sus actos en realizaciones para el bien común de todos los que habitan el Reino del Verano (Arcturus), y no en actos tiránicos para su propio beneficio.

Bueno, pues el Bufón es el que está al lado del rey, el único con derecho a tirarse pedos en su presencia, especialmente cuando se le sube el pavo y no entiende que su función no tiene sentido sin el mago, sin el guerrero y menos aún sin el amante. Que cada uno cumple su función y es tan importante como los demás. Que sin súbditos ¿quién necesitaría un rey? Así el bufón enfrenta el ego desequilibrado.

El ego es una energía neutra. No es la enfermedad, pero puede producirla si pierdes el equilibrio y reprimes ciertas partes de ti mismo, o si te identificas excesivamente con tu rol, hasta creerte imprescindible y único (recuerda el muslo herido del rey Arturo, al conocer la relación entre sir Lancelot y Ginebra, que casi vuelve yermo todo el reino de Camelot). Así el ego que se expresa a través del cuerpo es la enfermedad. Y el Bufón está ahí para impedir que sufras los excesos de tu prepotencia, que olvides lo esencial (el Grial no sirve al rey, sirve al Espíritu o Dios). Por eso, a menos humor, a más violencia, mayor es la Sombra que oculta tu verdadero rostro.

¡Bésame el culo! Dice el Bufón, y se oye su pedorreta por toda la sala del Consejo.
Miyo

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