30 de Septiembre: Barriendo el fundamentalismo
Tanto lo justo como lo injusto, lo correcto como lo incorrecto, son hijos de una ilusión de polaridad que ha creado todas las morales, y que al mismo tiempo ha justificado siempre todas las injusticias. Nadie puede representarme como ser libre. Yo me represento en cualquiera de las esferas de la vida y por eso el poder ha de reorganizarse de otra manera. Está en marcha la creación de un poder mundial, una colectividad de gobiernos humanos, al margen del prototipo de las naciones unidas (llenas de contradicciones y juguetes del entramado militar-industrial, además del veto de los poderosos). Ha de ser una estructura autónoma económicamente y más cercana a la unión europea que a las viejas conquistas yanquis.
El camino de la unidad y del alineamiento más o menos democrático preparará el verdadero objetivo internacional de servir a los ciudadanos y no de controlar o dirigir sus vidas. Cada país ha de establecer sus leyes en sintonía con su visión del mundo. Por si fuera poco los conflictos más recientes están más basados en las creencias religiosas que en lo económico. Y eso sitúa a las guerras en su perspectiva kármica de la lucha entre los cristianos y el islam. ¿Qué esto parece una locura? Sin duda, pero es imprescindible para acabar con tantos excesos producidos por las creencias fundamentalistas de uno y otro lado. Y cada uno de nosotros, en medio de tal maremágnum, somos responsables de estas guerras porque hace siglos colaboramos en la creación de nuevas creencias y de iglesias enfocadas en una u otra visión religiosa del mundo.
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