30 de Enero: La libertad para morir
Podemos hacer un símil entre el mundo vegetal y el caminar de la mente o del alma del ser humano. Los pensamientos unidos a las preocupaciones materiales, a las actitudes egoístas y a las relaciones de supervivencia o a los deseos sexuales, son equiparables a las plantas rastreras siempre en contacto con la densidad terrena. Los árboles que elevan sus copas hacia el cielo en busca de aire y de luz corresponden a las aspiraciones elevadas espiritualmente y a los sentimientos de gratitud y de devoción. Las semillas aladas que son llevadas por el viento a su lugar de enraizamiento, tienen similitudes con el espíritu de entrega y de servicio que cualquier ser evolucionado ha de practicar.
Pero nada como la flor, que es un poema de la tierra, para representar la esencia interna de lo humano, su florecimiento íntimo y su perfume espiritual. Se dice que ante una persona que sufría un conflicto mental agudo, shri aurobindo le arrancó una energía de entre los pelos, que desde luego no era visible al ojo, e inmediatamente el conflicto quedó solucionado. La idea es que tenemos que comprender el aspecto denso y material de los pensamientos y sentimientos, de tal manera que el plano psíquico tiene connotaciones tremendamente plásticas al relacionarse con la energía, las emociones y la mente. Sin darnos cuenta todos nos limpiamos unos a otros y nos contagiamos de lo que lleva el vecino, en las conversaciones y los abrazos, aunque si la conciencia del interlocutor ha despertado, eso puede convertirse en una sanación permanente.
Estamos envenenados con el miedo a la muerte y eso eleva peligrosamente la tasa de agresividad presente en nuestro medio social. El miedo es una emoción del reino animal que quedó grabada en la humanidad atlante por causa de los terribles experimentos energéticos que allí se realizaron. Como antaño, considero que hemos de honrar a todo aquel que voluntariamente asume su deseo de dejar de alimentarse y se va a la naturaleza a morir. En otros tiempos no se consideraba natural el morir de accidente o de enfermedad, era más adecuado elegir con el corazón ese momento y afirmar hoy es un buen día para morir, salir al bosque o a la montaña y esperar la liberación de las ataduras del cuerpo. No puedes crear el cuerpo ni tampoco destruirlo, porque eres de esencia eterna y eso es imposible. Lo único que cuenta es tu decisión libre y autónoma para tomar el mando de tu vida en la tierra. Nadie tiene poder para impedir al alma volver a su hogar natural, la decisión pertenece a otras dimensiones y la toma un ser con visión omnisciente y sin limitaciones de tiempo ni de espacio. Así que honremos a todos los seres, incluso a los que deciden voluntariamente que ha llegado el momento de partir.
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