3 de Diciembre: Los muertos vivirán por siempre

En nuestra cultura hay una fiesta cuando nace un niño, pero sin embargo nos llena de dolor una muerte. Sentimos la pérdida de esa persona, a pesar de que sabemos que la muerte es tan misteriosa como el nacimiento y el fallecido retorna a un lugar de mayor conciencia, recuperando el vínculo con su ser superior. Tenemos que resolver esta contradicción, clave en el proceso de ascensión en el que estamos implicados, y ampliar nuestra conciencia para abarcar todas las experiencias propias del humano encarnado. Antiguamente en tiempos lemurianos, todavía en contacto con la cuarta y quinta dimensiones de la conciencia, seguíamos miles de años con la misma forma corporal y en el momento de tener que dejar el vehículo de carne todo era natural y sencillo. Una emotiva ceremonia con la llama violeta y el alma era trasladada a un nivel superior de conciencia, aunque las comunicaciones telepáticas con el desaparecido, los sueños conscientes y los contactos fuera del cuerpo continuaban abiertos.

Únicamente cuando descendió nuestra frecuencia vibratoria y quedamos encerrados en los planos materiales y energéticos (tercera y cuarta dimensiones), se inventó el concepto de la muerte tal y como la conocemos ahora. Para que la desaparición biológica comenzara a causar dolor a los sobrevivientes, tuvimos que olvidar que el paso sobre la tierra es una breve etapa en nuestro viaje a través del cosmos. Hoy estamos recuperando la memoria del proceso: nacimiento, vida, muerte o transición, descanso y asimilación de experiencias, y finalmente un nuevo renacimiento. Tenemos que ver las cosas desde diferentes perspectivas, culturas, sexos, modelos corporales, etc. El camino es disolver las ideas y temores asociados a la muerte, rompiendo el rígido caparazón del miedo y recuperando la confianza en la diosa. Las experiencias cercanas a la muerte hablan de una espiral de luz que les atrae y de una sensación de intenso amor y júbilo, mientras perciben la presencia de sus seres queridos o contemplan entidades angélicas… Luego sienten que no deben sumergirse en la luz o se les da a elegir entre quedarse y volver, o simplemente se les dice que todavía no es el momento de su partida, y vuelven al cuerpo físico.

Todo el proceso sucede dentro de la mente, aunque el espectáculo esté dirigido por el ser superior, y es una excepcional oportunidad para iluminarnos y alcanzar una fusión con el octavo chakra unificado, la estrella del alma, encima de la cabeza. De esta manera comenzamos a integrar algunos de esos paquetes de información o de luz que están encapsulados en ciertas zonas cerebrales, permitiendo un rejuvenecimiento corporal, un contacto con nuestro linaje estelar y nuevas aperturas dimensionales de la conciencia. Todas las facultades, cualidades y atributos divinos del creador padre y madre están almacenados en nuestros chakras y en ciertas zonas de nuestro cerebro, esperando el momento en que nos atrevamos a reclamar nuestra herencia divina.

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