29 de Agosto: El primer pensamiento y el último pensamiento

Es a la mañana, al despertar, cuando llegan a nosotros informaciones provenientes de la parte superior del ser, aunque no todo lo que llega debe ser catalogado de la misma manera. Los mensajes que tienen que ver con los aspectos espirituales son los que se refieren a las prácticas lúcidas para alcanzar estados de conciencia superior. Se trata de anotar los primeros pensamientos profundos que llegan en el momento en que estamos despertándonos, mejor aún en duermevela, entre la vigilia y el sueño. Son ideas claras y sentimientos extraños que nos estremecen con una energía intensa, con visiones y estados exaltados, como si hubiera en nosotros una claridad excepcional y un deseo de profundizar en los estados meditativos que estos contactos llevan consigo.

Así que cuando buscamos expresiones de la conciencia superior en nuestra vida hemos de atender a los estados energéticos y al silencio mental que resultan de su manifestación. Así es fácil distinguir los pensamientos ordinarios de los que llegan como mensajes del alma, aunque la disciplina de anotar, de estar alerta, de crear el intento de recordar y de inmovilizarse en los primero instantes del despertar, es esencial para el éxito del empeño.

Según la enseñanza tibetana, al morir el último pensamiento que tenemos es el más esencial de nuestra vida. Lo ideal es mantener la mente silenciosa en esos momentos para alcanzar la clara luz, y fundirnos con la conciencia divina, con dios. Es el gran vacío pleno y en su presencia nada más es necesario, estamos completos. Nos sentimos felices y podemos elevarnos y ascender como seres de luz. Desapegados de toda emoción hacia las personas con las que convivimos en la tierra, libres de todo apego a las conquistas y las posesiones materiales, a la fama, a los amores, a los enemigos, a la familia… Hasta el mismo hecho de vivir en la tierra y repetir experiencia sensorial se ha convertido en un sueño lejano.

Agradecimiento por todo y maravilla, pero también un cierto alejamiento sabio y consciente, que deja en libertad a cada uno de los que nos conocieron de cerca para seguir con su experimento terrestre.

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