28 de Febrero: Desnudos en el ser
Todo lo que nos sostenía se ha ido derrumbando en estos tres últimos años y nuestra vida ha perdido su estabilidad. Sentimos que ni siquiera es posible reparar los daños, que todo eso ya no funciona y volverá a caer porque no tiene por qué seguir unido. La única solución es dejar caer el suelo bajo nuestros pies, sentirnos sin apoyo y aceptar nuestra vulnerabilidad. Y mientras el mundo entero se va colapsando alrededor, nuestro ser sigue en pie y va adquiriendo una gran claridad. La verdad es que no necesitamos apoyo, y la seguridad era ilusoria, fruto de la dualidad mental. Sólo el ser nos sostiene y eso basta. Y cuando caen los muros experimentamos la libertad, descubrimos nuestros tesoros ocultos y nos expandimos desde el ser personal hacia el amor de la chispa divina que constituye nuestro espíritu.
Entonces caminamos por senderos antiguos que vuelven a abrirse para nosotros (la senda del dragón, del águila, del león, del venado misterioso…), y en cualquiera de ellos sentiremos la llamada interna y encontraremos el verdadero amor, peregrinando hacia lugares de poder para recuperar nuestros dones ocultos. Encontraremos a personas especiales y nos reuniremos con nuestra verdadera familia, pero no sabremos nada del mapa de situación hasta que vayan apareciendo los signos y despertándo los sentidos internos. Cada cosa se pondrá en su lugar y las hebras de colores tejerán el tapiz de nuestro destino como ángeles físicos.
Pero para entrar en los mundos del espíritu, que florecen en el loto del corazón, es necesario atravesar las puertas y los filtros que impiden que ninguna ilusión dualista pueda penetrar en su atmósfera. Nada del ego puede sobrevivir allí y ninguna duda sobre lo que realmente somos puede persistir si queremos atravesar la puerta. En el umbral todo lo que no es real toma tanta importancia que es imposible ignorarlo, se amplifica y distorsiona, como si fuera un grito lanzado al vacío. Es el momento del lâchez prise, soltar la presa de lo que nos retiene y nos impide ser íntegros, de lanzar un kiai que limpie nuestras paredes de cualquier suciedad. Esta frontera no es un enemigo sino un espejo donde nos vemos tal y como somos, y que debemos atravesar lo antes posible.
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Todo esto se nos hace «dificil» debido a la cantidad de datos (emociones, sentimientos y experiencias) que recibimos cada día.
La clave es ACEPTAR y no juzgar nuestras emociones y sobre todo, «parar» el murmullo de nuestra mente, permaneciendo en el aquí y el ahora. La magia vendrá después.
Un saludo.