26 de Febrero: El agua emocional
Todos los viejos esquemas mentales han retornado para que los sanemos de una vez y les dejemos partir para siempre. Son muchos cambios. La nueva energía masculina está haciendo resurgir todo lo reprimido, todas las ilusiones y los traumas pendientes en nuestro cuerpo y nuestra alma, y es la hora de la liberación. Hay angustia, soledad, rencor, agresividad, dolor, y ni siquiera puedo creer que después de tantos años trabajando todo esto vuelva de nuevo a mí, ¿es que aún no me merezco ser feliz de una vez? La primera impresión es que debo estar haciendo algo mal para que todo esto vuelva a repetirse. Pero la realidad es que muchas veces ni siquiera tiene que ver con nosotros, sino con la energía colectiva en la que estamos inmersos, como si tuviéramos que colaborar con la limpieza de los traumas planetarios, y del karma pendiente a nivel de los pueblos, las naciones y las razas.
El arcángel miguel insiste en que hay que limpiar el agua emocional del planeta, un agua con memoria que transmite sentimientos e inteligencia en las cuatro direcciones. Recuerda experiencias de guerras o de maravillas, según con quienes se conecte, y se comunica a través del agua de nuestro cuerpo. Por eso hay momentos en que recibimos emociones ajenas a nosotros al recibir los mensajes de la conciencia colectiva a través del agua. En los tiempos lejanos de lemuria los ángeles encarnados quisieron crear un cielo para una tierra tan compacta, y para ello tuvieron que equilibrar el agua con el fuego y la luz con la densidad. Cuando lo lograron vivieron varias decenas de miles de años en paz, armonía y felicidad.
En la primera atlántida los sacerdotes y sacerdotisas fueron perdiendo ligereza y por tanto capacidad parta mantener este equilibrio entre el espíritu o fuego y la conciencia colectiva o agua. Así estalló la merkabah colectiva y vino el desastre planetario que hundió a la atlántida y lemuria bajo las aguas. La inexperiencia en el trabajo con las energías fue la responsable, pero generó una gran culpabilidad en la conciencia humana, hasta el punto de que este trauma provocó el nacimiento de religiones basadas en el pecado original y en el castigo divino. Y así se separaron cada vez más del amor y la conciencia espiritual, inscribiendo en la memoria de las aguas planetarias, y por tanto en su cuerpo físico, un enorme dolor y sensación de tristeza y soledad, que aún hoy en día sigue latiendo. Esta marea oscura sube actualmente de nuevo a la superficie de la conciencia para que las viejas heridas sanen de una vez, mientras asumimos la realidad de la presencia divina en nuestros corazones.
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