2 de Septiembre: La energía de la estrella de Shiva-Shakti


No es necesario que intentemos viajar con la merkabah (su presencia en tercera dimensión provocaría enormes alteraciones), especialmente cuando somos capaces de transformarnos en ese foco de energía que se origina al enlazar ambos tetraedros (uno erguido y otro invertido, shiva y shakti) en forma de estrella de seis puntas. El punto central del contacto de ambas estructuras es un generador de enorme intensidad que, al fundirse con la conciencia del sujeto, manifiesta el nivel de la perfección divina. Cuando las dos pirámides o tetraedros se juntan, nuestra conciencia se une a la energía universal, exhibiendo en su reflejo la mutua perfección del dios y de la diosa.

Son la expresión de lo positivo y lo negativo arquetípicos, y representan la gama completa de todas las frecuencias que están en manifestación en este instante y la perfección de la espiral evolutiva dentro de cada una de ellas. Como círculos en continua expansión, que sitúan a nuestra conciencia en el vértice, a la energía universal en la base y en el centro a la relación entre ambas conciencias, hasta que se unifican en una trinidad creativa. En caso de que la conciencia individual se sitúe en el centro de la estrella multidimensional de seis puntas, lo que activamos es la merkabah, y entonces estamos fuera de las limitaciones materiales, revelándose nuestra parte divina. En cada puerta dimensional el cuerpo se transforma en fotones de luz y el viaje a cualquier lugar o dimensión se hace posible, por encima de la velocidad lumínica y llegando al lugar deseado en un instante.

La enfermedad expresa que alguna desarmonía se ha introducido en el cuerpo, sea para el cambio o sea para la destrucción, pero siempre para el aprendizaje de lo que está psíquicamente pendiente en nuestra vida. La enfermedad es una herramienta de la salud y no su antítesis. Pero si en el pasado alguien ha utilizado positivamente su enfermedad para recuperarse, para recapitular experiencias o para leer con tranquilidad, el simple recuerdo de esos momentos (unido al sentimiento armonioso de lo vivido) es una fuerza creativa y puede activar de nuevo la enfermedad. Un ejemplo significativo lo tenemos cuando en la infancia cualquiera de nosotros se sintió atraído o curioso al ver pasar una niña bonita que tosía mucho o que vomitaba (siembra del pensamiento de la enfermedad), luego inmediatamente nos acercamos para verla de cerca o jugar con ella y de esta manera los gérmenes penetraron en mi cuerpo, activando la alteración pulmonar. Por un camino semejante pasan las ideas del plano etéreo al físico.

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