Morir es reunirse consigo mismo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Dónde estamos después de morir? En este presente continuo ¿dónde se encuentran nuestros abuelos, padres o hijos que volaron hace tiempo fuera de la carcasa del cuerpo físico y retornaron a su olvidado hogar? Casi todos hemos pasado por esta situación, pero el proceso del nacimiento sacrifica nuestra memoria de los planos sutiles. La muerte es una ilusión fantasmagórica y nadie puede vencerla más que despertando a la realidad, sólo así se acabará el miedo que provoca en nosotros. El ego dualista sabe que la muerte es su fin, porque él mismo es también una proyección ilusoria que no tiene realidad salvo en este mundo separativo, donde la ignorancia ontológica campa por sus respetos. Por eso, a través de la mente, el ego teme la muerte como el fin de todo lo que somos, activando el mecanismo del miedo.

Desde la perspectiva de las dimensiones sutiles morimos cuando la estructura biológica corporal se encuentra en una fase degenerativa, o cuando espiritualmente estamos encerrados en una cueva profunda, casi siempre es un acuerdo del alma, incluso en los casos de suicidio o de la muerte accidental o provocada de una persona. Entonces es más económico reencarnar en un nuevo cuerpo y recuperar las energías de la juventud, además de las lecciones importantes que experimentan los que se quedan en la tierra mientras nosotros partimos. Nadie de los que han conocido la muerte le tiene miedo, así que tenemos que recordar esa frontera que hemos atravesado tantas veces y entender que, aunque como guerreros estamos dispuestos a recibir a la muerte con una sonrisa, nuestros compromisos familiares y con la tribu, la mantienen a raya hasta que llegue el momento oportuno.

Morir es salir del cuerpo y mirarlo desde fuera y entonces recordarás haber pasado por esto muchas veces (aunque en el caso de muerte súbita hay una cierta confusión) y tendrás la seguridad de que sigues tan vivo como hace unos minutos, aunque más consciente. Surge el agradecimiento por la vida, la curiosidad por lo que está pasando y una agradable sensación de bienestar, especialmente si comprendes que esta fase es sólo una etapa necesaria del camino. El espíritu no siente ningún dolor y atravesar esta puerta nos permite por fin penetrar en las partes inter dimensionales del adn que tienen estructura divina. La conciencia se va antes que el cuerpo se disuelva, pero muchas partes de nosotros mismos que no encarnan y nos esperan en otras dimensiones vuelven ahora, lo mismo que el yo superior presente holográficamente en cada trocito de nuestro ser. Hay partes internas que se extienden por todo el universo y están implicadas en actividades superiores mientras pasamos por la tierra. Así que como sólo llevamos encima una porción de lo que somos, la muerte es en gran medida una feliz reunión ceremonial, en la que por fin acuden todos nuestros familiares sin faltar ninguno.

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