19 de Febrero: La saga de la tierra
La biología del planeta evolucionó durante largos periodos de tiempo y ése es el camino que utilizó el espíritu (y no la creación mágica en siete días) para permitir la llegada del ser humano. Por tanto la tierra es muy anciana, pero el hombre y la mujer no lo son. Hubo un largo recorrido biológico de la humanidad que fue ajeno al contacto con el espíritu, porque aún no existía un mecanismo de adn adecuado a la genética espiritual. Por eso sólo hace unos cien mil años comenzó la etapa iluminada del ser humano. Antes se encontrarán huesos, pero pertenecieron a seres de evolución terrestre y sin genes angélicos en su interior.
En esos tiempos había un buen puñado de razas humanoides con diferentes estructuras óseas, e incluso con cola, una variedad semejante a la de cualquier raza de mamíferos actual. Vivían en diferentes lugares del planeta, como europa u oriente medio, pero también estaban las razas atlantes y lemurianas que vivían en medio del océano pacífico. En total casi dos docenas de formas diferentes y de diferentes tipos de humanos que se desarrollaron autónomamente y con sensibles diferencias entre unos y otros. Fue el momento en que el espíritu facilitó el contacto divino con una raza especial de seres estelares. Vinieron seres iluminados de otras estrellas (las pléyades) que están a años luz de distancia, con el encargo de plantar en nosotros las semillas divinas del espíritu en el adn. Tenían el permiso de toda la federación galáctica y de los mundos angélicos para hacerlo, y lo hicieron. No por poder o ansia de conquista, sino por amor y espíritu de servicio.
Ahora somos muy parecidos a los pleyadianos y ellos no hicieron nada que estuviera fuera del plan divino. Pronto los encontraremos frente a nosotros.
Lo que hicieron fue aportar dos nuevas capas del adn consciente a una de las razas humanas, que es la que hoy se extiende por el planeta entero, las otras no estaban aún preparadas para semejante don. Por eso todos parecemos iguales, porque las demás razas fueron desapareciendo al no poder competir con semejante potencial genético. Fue todo tan rápido que se dice que dios creó al ser humano de la nada, como si no hubiera existido una larga evolución anterior. Bruscamente fuimos conscientes de la dualidad y del enfrentamiento entre la luz y la oscuridad.
Para preparar el destino de la tierra como único planeta de libre albedrío en nuestro universo, se fue evolucionando muy lentamente durante unos cincuenta mil años. Luego los ángeles empezaron a encarnar en cuerpo físico para convertir el ser humano en lo que ahora es. Por eso la verdadera edad de la humanidad despierta es unos cincuenta mil años, que son muy pocos y reflejan la juventud de lo humano.
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