El teatro del absurdo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En el cine nos identificamos empáticamente con los actores y el escenario, y por un buen rato nos olvidamos de nosotros mismos hasta que salimos de la película. Era fantasía, una ilusión, pero has vivido la trama con intensidad, identificándote con ella. En la vida común hay también grandes ilusiones como que no eres nadie, que tus genes determinan todo en la vida, y que incluso si se activasen los genes dormidos pasarías a vivir lejanas posibilidades que te alejarían de la tierra. Todos podemos salir de la ilusión en la que estamos metidos, ser una emoción de un estado ignorante de conciencia, que nos encierra. Podemos escuchar nuestra programación hasta ser dueños de ella y ascender, dejar el miedo y las emociones artificiales y salir de la matrix, transcender la ilusión. Dejar los dioses y las creencias y recordar que salimos del hogar para hacer conocido lo desconocido y nunca hemos regresado.

Teníamos familia, amigos y amantes en otras dimensiones, entre los seres estelares, y al pasar por el velo de nuestra atmósfera todo se quedó atrás y ahora nos espera de nuevo. Incluso hemos vivido junto a seres en la tierra que nos son totalmente ajenos, y no pertenecen a la familia de almas de la que formamos parte. Hay alguien esperándonos al otro lado y también enciende cada día una vela porque sabe que estamos extraviados. Las emociones nos mantienen esclavos y tenemos todo el poder para salir de su influjo y acabar con los principios y creencias que recrean esta absurda realidad.

Una y otra vez algo dentro nos dice que despertemos que sólo es una ilusión, que estamos soñando un sueño casi de pesadilla y nosotros le contestamos que no, que esa voz es la ilusión, que los amores, los problemas familiares, las hipotecas, los olores y las sensaciones placenteras están aquí y son reales. Sabemos que todo es mentira, que podemos acabar con el sistema y sus bufones en un momento, pero nos da miedo escuchar la voz de las profundidades del ser, como si en la oscuridad sólo pudiera habitar el demonio y no la sabiduría. Somos dioses rodeados de actores que cumplen magníficamente con el papel para el que fueron contratados y que ni siquiera saben cuál es su profesión. ¿Cómo se lo diremos si primero hemos de aceptar que nosotros somos también un simple actor, deseoso de quedar engañado y atado a este absurdo guión que todo el mundo acepta? Hemos creado nuestras propias cadenas y hasta las prohibiciones que nos impiden despertar. Se trata de luchar para huir, para ser los héroes de este folletín barato, pero el sufrimiento es tan real y tan intenso que nos decimos que no puede ser un sueño, que no hay otra realidad. Sólo puedes soltar tus cadenas cuando sepas que eres tu quien las ha puesto en tus muñecas y tobillos. Tú has puesto el sufrimiento en tu vida y sólo tú puedes liberarlo, los demás son la fanfarria del acompañamiento y las excusas que te hacen actuar. No mires para fuera, no hay enemigos, eres dios y nadie puede encadenarte.

Volvamos a casa con los nuestros o ayudemos a los que siguen atados a nuestro alrededor, pero una vez libres ya no tendremos que morir y volver a nacer una y otra vez para entrar en el mismo aburrido juego. Sabemos quién somos y cuál es nuestro papel en la creación del mundo.

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