15 de Septiembre: Hoy toca velación conchera


Velación conchera de Covadonga.
¿En qué se basa esta tradición del canto y la flor? ¿Cuál es el sentido profundo que los tatas y las nanas de antaño quisieron transmitir con estos ritos? ¿Qué intentaban comunicar a los partícipes y qué trataron de despertar en el corazón de cada uno de ellos a través de estas ceremonias? ¿En qué se sustenta su orientación universal y su capacidad para otorgar un sentido espiritual a la vida en cualquier tiempo posible? Cierto que, en su inicio, la historia les hizo enmarcar este proceso dentro de la tradición cristiana, pero ¿hay valores dentro de la transmisión conchera que van más allá del cristianismo, que aportan un aliento nuevo a las gentes no religiosas o a las que se decantan por el budismo, el islam o el hinduismo?

Ciertamente no intento afirmar que conozco cada una de estas respuestas y menos aún que mis palabras derivan de ellas. Las llamadas ánimas liberadas de los cuatro vientos tuvieron vidas de entrega y conquista que forman admirables relatos en las historias de eternidad. Pero lo que hoy parece importante es que en un cierto momento, en el último siglo y medio, toda la tradición conchera se unificó en gran medida y se encauzaron los caminos que nos han llevado a lo vivido por nosotros en estos últimos quince años.

El proceso ceremonial comienza y termina con el canto y el copal, signos de sacralización y de ofrenda del aliento al espíritu y a la madre tierra. Eso delante de un altar preparado siguiendo las pautas de la trinidad y una media luna de cirios que, una vez encendidos, permitirán la invocación del llamado de ánimas. Inmediatamente se purifican todos los objetos de poder que van a ser utilizados en la velación, así como las gentes que están presentes en el acto, especialmente las palabras, que van a convertirse en nuestras manos y ojos durante la ceremonia. El saludo general a los vientos, y la petición de permiso, va poniendo luz a cada una de esas ánimas que son convocadas para que acudan en ayuda espiritual. Ciertamente estas ánimas debieran ser jefes de danza o seres especiales que han encarnado en la tierra como maestros o maestras para transmitir sus enseñanzas al mundo. Finalmente toda la cabecera de la media luna, el altar y el centro del señor Santiago, con sus cuatro guardianes de los vientos, está consagrado e iluminado. En los extremos los arquetipos esenciales de lo masculino y femenino: Jesús y María de Magdala. Sólo entonces puede comenzar la ceremonia de tendido y levantado de la flor. Cierto que antiguamente se utilizaban flores salvajes de diferentes colores, hojas o hasta trozos de frutas (lo que estaba disponible), pero hoy en el camino cristiano de lo conchero se utilizan casi exclusivamente claveles.

La cabecera del altar (y las ideas iluminadas por los maestros de nuestra propia cabeza) está encendida y la existencia misma se manifiesta en el tendido masculino de la cruz, como un sol invicto con rayos laterales, y el tendido femenino del nahui ollin (dos líneas curvas cruzadas, de color rojo y blanco) como signo de la dualidad equilibrada. Dentro del nagual la unidad, fuera en el tonal la dualidad en armonía. Cuando logramos que los opuestos dejen de luchar entre si y cada uno de ellos nos entrega su parte de la verdad (salud-enfermedad; soledad-compañía; serenidad-agitación; valor-miedo; vientre-corazón; juventud-vejez, etc), entonces nuestro corazón irradia como un sol invicto enraizado en la tierra y alrededor se crea un cuerpo luminoso representado por parejas de claveles rojos y blancos.

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2 Responses

  1. victoria

    Miyo, os deseo lo mejor para la velación, ¡qué las fuerzas no flaqueen y que si lo hacen los no presentes os podamos enviar las que os falten!! Aho!

    Un abrazo!
    Victoria

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