15 de Febrero: La conciencia fluida


No es el momento de adorar a nadie, ni hay maestro supremo alguno sobre la tierra.
No existe la estructura para seguir unas líneas marcadas desde el exterior, ni un libro sagrado que haya que aprenderse de memoria y que condicione nuestros actos. De lo que se trata es de examinar la verdad interna de nuestros corazones, las enseñanzas, los amigos espirituales y las doctrinas que nos trajeron hasta aquí.

Hoy la parte de la humanidad más consciente se mueve sin directrices externas, sin centros definidos, sin pertenecer a ninguna organización. Es la nueva manera de fluir en la existencia, sin mitologías ni dioses externos definidos por sus características positivas y negativas. Ni podemos concebir la bestia que duerme en nosotros, ni aceptamos la grandeza del dios/diosa que somos. Nos enseñaron el pecado original y que todo lo bueno o malo que sucede en la vida viene de dios o del demonio. Les interesa mantenernos así para que cualquier representante del poder pueda manejar nuestras vidas.

Pero hemos llegado a la mayoría de edad como ente colectivo y ahora dios en nuestro adn nos empuja hacia la aventura de conocer el origen de la creación y nuestro papel en ella. Es una fuerza multidimensional que horada nuestra coraza de creencias rígidas, y el simple hecho de preguntarse o de leer sobre la existencia del alma, sobre dios, sobre la creación y nuestro destino, pone en marcha esta energía cuántica. A su lado está la fuerza más oscura de la creación, dando paso a la dualidad, y cuando nos cansemos de los vaivenes continuos entre uno y otro extremo de la balanza, invocaremos la divina presencia y le pediremos ayuda para resolver el doble anillo que nos encierra en la tercera dimensión. Saldremos fuera de lo conocido a través de la grieta entre los mundos y llegaremos a experimentar nuestra naturaleza eterna y divina, que aleja para siempre la dependencia del lado oscuro de la fuerza.

Sólo cabe añadir que el demonio y el ángel que somos no juegan con las mismas cartas y nuestro contacto espiritual, nuestro silencio, la intuición creativa y nuestra dimensión amorosa, son totalmente desconocidas para esa parte oscura de nuestra personalidad. No sabe nada de lo que hacemos en contacto con el ser – simplemente siente que nos hemos alejado de su campo de batalla y que no puede alcanzarnos, por eso está muy cabreada con nosotros. Pero su enfado ya no nos afecta, comprendemos que es la pataleta del niño y nos hace gracia, le enviamos cariño pero dejamos que se desahogue sin intervenir.

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