14 de Octubre: Marcha atrás junto a los dioses glotones
Como los cangrejos, los seres humanos vamos hacia atrás y nuestra metamorfosis se aleja de la evolución de manera recalcitrante, para recuperar más tarde sus orígenes. Partimos como seres angélicos, bebés inocentes llenos de belleza y espontaneidad (que ahora gracias a dios ya no están en pecado mortal, como tanto imbécil purista aseguraba). Y poco a poco vamos llenándonos de sombras y corazas reptoides, hasta semejarnos a feos especimenes de las tinieblas. Nacemos como mariposas y terminamos como orugas grises, llenas de púas como erizos. Y luego nos pasamos la vida intentando dar marcha a tras, desaprender todo lo acumulado en las academias del saber esclavo, para recuperar la inocencia prístina del comienzo.
Es increíble que la socialización se haya convertido esencialmente en un camino que degenera la percepción del espíritu y destruye la individualidad. Entonces, ya adultos, una experiencia nos golpea (muchas veces traumática: separación, muerte, enfermedad, ruina, locura…) y emprendemos la vuelta al hogar, para volver a ser la hermosa criatura que un día resplandecía a través de nuestros ojos brillantes.
La pregunta es ¿a quién alimentan nuestros rituales? ¿qué dios desayuna con nuestras oraciones, cantos y danzas? Quetzalcoatl, Allah, Jehovah, Yaweh, Shiva, Tezcatlipoca, los arcángeles, Amitayus… Estos símbolos del falso poder son poderosos seres vivos y tienen tanta necesidad de comida como nosotros. Es imprescindible que dejemos de dar pisto a los falsos dioses, y bien seguro que todos son falsos ante la Presencia divina que Yo Soy, la esencia crística del Amor. Luz sin amor es sabiduría tecnológica, porque el amor práctico se basa en la total aceptación del otro. Invoca los cuatro vientos y crea una cúpula dorada alrededor del lugar sagrado, para que irradie luz amorosa al planeta y colabore en la sanación de nuestra amada gaia-tonantzin. O mejor, para que colabore en la sanación de los que explotan, se adueñan (se sienten propietarios del quinto derecha) y carecen de sensibilidad para amar a este enorme ser trascendido que nos permite la vida y nos empuja hacia la libertad.
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