14 de Febrero: Focalizar la mente


Lo mismo que hay jugadores que en baloncesto tienen un tiro excepcional pero luego cometen faltas infantiles con los pasos, por falta de aprendizaje de base, hay practicantes avanzados que pecan de lo más elemental: de la falta de capacidad para focalizar su mente y mantenerla centrada largo tiempo. No han conquistado la facultad de flotar en el silencio sin el menor esfuerzo, alertas al menor pensamiento que se cruce en el camino.

¿Qué podemos hacer? No hay más remedio que comenzar un entrenamiento arduo y disciplinado durante un periodo no menor de tres a seis meses, hasta que podamos comprobar día a día que nos mantenemos varios minutos centrados, sin distracciones. La calma profunda es esencial y el ansia de búsqueda interna del ser. Sabemos que existe algo que nos llena de plenitud, que da sentido a nuestra vida y nos sumerge en la alegría amorosa. Pero no estamos sensibilizados ante la conciencia espiritual, no estamos abiertos a la experiencia mística, no estamos ansiosos por entrar en comunión con la chispa divina de la presencia que somos. Es algo que nos falta. Hablamos de ello pero nos resulta extraño. Como algo propio de haditas hipersensibles, como si en nuestro corazón sólo contase el tema de ser feliz sexualmente en pareja, del éxito en el trabajo, de la satisfacción ante la belleza de la naturaleza o del arte, etc.

1- Haz anapana (prana y apara, tomar y echar) siendo consciente de la entrada y salida del aire en las puertas de las fosas nasales. Y combina esa práctica con el conteo de respiraciones zen, de tal manera que después de cada expulsión cuentes uno, dos, tres… hasta diez y vuelvas a comenzar una y otra vez. Cuando domines esta práctica (costará unos días) podrás contar hasta ciento ocho, como si lo practicaras con un mala en la mano.

2- Focaliza la mirada en la llama de una vela como a un metro de distancia y respira con el vientre, hasta crear un triángulo entre los ojos, la vela y el centro hara, debajo del ombligo. Si la mirada se hace doble, observa el centro de ambas llamas, sin tensión en los ojos. Muy alerta para no distraerte con otros pensamientos y relajando todo el cuerpo, hasta sentir tu envoltura de energía convertida en la propia llama. La clave es llegar al punto de experimentar no yo, sólo llama y después ni llama ni yo, sólo eso. Tienes que concentrarte y meditar en esta práctica de veinte a treinta minutos y no dejar que los pensamientos te arrastren. Hasta que te olvides de todo y sólo quede la llama ardiendo sin descanso (esos millones de moléculas de estearina consumiéndose cada segundo).

3- Siempre que tengas unos momentos, entra en el vacío sin soporte. Mantente observando la pantalla mental, el velo de niebla, sin nada que hacer, sin ninguna técnica muscular ni respiratoria, ni mucho menos mental. No repitas ningún mantra ni encuentres asidero alguno. Descansa en este instante sin suelo bajo los pies y especialmente alerta a que nada te distraiga durante unos minutos. Si te encuentras metido en algún pensamiento, retíralo con delicadeza y sin brusquedad y continúa flotando en la nada consciente.

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2 Responses

  1. Salvador Lopez

    Son muy útiles para mí las perlas que dejas caer en Reflejos: aportan cierto grado de cordura en el frenético día a día. Con respecto al tema de hoy , a mí me es útil llevar la atención a la zona de la mandíbula intentando relajarla sin esfuerzo y poco a poco esa presencia me aporta un buen grado de quietud. Me resuena mucho lo de la necesidad de contacto con la presencia Divina que somos a través de la atención y lo de realizarlo sin esfuerzo ni focalización excesiva, de forma amable.
    Gracias Miyo por estar ahí y compartir toda tu experiencia.

  2. Ana Maria campos

    cuando encontramos ese silencio, esta la paz enfrente de nosotros y la disfrutamos agradeciendo, gracias.

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