13 de Noviembre: La carrera crea la meta


Durante toda una vida los maestros han buscado la fórmula para trasmutar el plomo en oro, al mismo tiempo que internamente ese largo proceso les permitía conquistar la piedra filosofal de la alquimia del espíritu. El secreto es transformar las energías oscuras o las emociones negativas en esa tercera energía que es el oro espiritual de la conciencia crística. No se trata de luchar contra los seres oscuros o de convertirlos en buena gente, ni siquiera de elegir la luz sobre la oscuridad. Se trata de reconocer el valor de cada una de estas polaridades primarias, una existe gracias a la otra, y de crear esa tercera fuerza que por medio del amor y la comprensión abarca ambas polaridades y las unifica.

Ni la luz tiene que conquistar la oscuridad, ni viceversa. Hay que saltar muy alto, fuera de los opuestos, hasta dar nacimiento a un nuevo brote de conciencia capaz de mantenerse en calma y centrada, tanto ante la presencia del sol como ante la presencia de la sombra.

Se dice que hay una flor única que crece bajo una grieta en la cumbre de la montaña más alta, y que ni dios la ha visto jamás. Pero es muy peligroso subir tantos miles de metros, a pesar de lo cual continuamente salen tras de ella aventureros que a veces pierden la vida en el intento. Esta locura de explorar lo nuevo y alcanzar lo desconocido es la clave para dar nacimiento a la flor. Ese es el oro alquímico de la conciencia crística. En el proceso de conquistar la flor la estamos creando, porque nosotros somos la verdadera flor, somos el nuevo fruto alquímico que surge al remover durante años la doble sustancia de la dualidad. Al explorar lo nuevo lo estamos creando, por eso ni dios conoce lo nuevo. Tu, yo, somos la perla dorada de la creación de dios.

Dios depende de nosotros, porque la flor todavía no existe, la hemos de crear nosotros con nuestra entrega y nuestra búsqueda. Así ponemos de nuevo en marcha la rueda de la creación, que se encontraba estancada antes de la llegada del ser humano. Todo era perfecto y bondadoso, ¡y aburrido de muerte! Hubo que crear un velo ficticio, llamado ignorancia, que nos hiciera creer que estamos separados del espíritu y de la vida, e incluso de nosotros mismos. Así nació el miedo y con el creció la ambición y la violencia, alimentando el lado oscuro de la creación, que hemos llamado el mal.

Una vez la dualidad en su sitio, bien y mal, la creación podía ser desatascada y puesta de nuevo en movimiento. Para ello hemos pasado una increíblemente larga noche del alma, hasta ser capaces de destilar lo nuevo: la energía crística que ama por igual uno y otro lado de la creación (a dios y al ser humano). Se nos pidió que entráramos en el juego de la ignorancia (e incluso hubo voluntarios porque arriba estaba muy aburrido), que nos metiéramos de cabeza en la experiencia de los opuestos hasta olvidar nuestros orígenes celestes. Así hemos llegado al punto de acusar de todos los males a dios, al destino, a la casualidad… Pero esencialmente nosotros somos dios y dios es nosotros. Detrás sólo queda el entusiasmo por el juego, lo intenso que hemos vivido, la excitación de crear lo nuevo. Y esta es la razón de todo este largo proceso de encarnaciones terrestres.

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1 Response

  1. Blanca Leal

    La Gracia es contigo Miyo!

    Cuando la verdad vibra y vive en la palabra, es Verbo, conectàndonos con lo mejor de nosotros y de nuestros hermanos.

    un cariño!!
    pd: estoy por cambiar la cuenta de correo, ya que hubo desperfectos tècnicos, pero igualmente seguirà por unos dìas

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