1 de Julio: Más leña al fuego

Entre los Annunakis (llamados así por ser descendientes del patriarca Annu, mientras que los que se quedaron en el espacio se llamaron nibiruenses, por habitar en el planetoide artificial Nibiru), Annu engendró a Enki, a Enlil (decenas de miles de años después, que llegó a ser llamado Jehováh) y a Ninhursag. Entre Enki y Ninhursag crearon en laboratorio, como ingenieros genetistas que eran, a los primeros Lulus, nuestros antepasados, introduciendo algunos genes lateralmente y bloqueando otros). Enki (medio reptoide) engendró a Marduk (que fue el abanderado de la oscuridad). Enlil engendró a Ishkur, Sin y Ninurta, su hijo legítimo.

Borges reflexionaba en sus últimos años sobre distinguir entre sostener una mano y encadenar un alma. Que el amor no significa sólo acostarse y que la compañía no representa una seguridad. Que besar no es establecer cadenas y que los regalos no implican promesas de futuro. Que las derrotas no son fracasos, y que todo lo que tenemos es nuestra integridad en este instante, que el mañana no puede servir de excusa. Poco a poco en vez de acudir a los lugares externos para descansar, decora su propia alma y en vez de esperar reconocimientos y visitas, descansa en su interior en calma y con una sonrisa. Se da cuenta de que es fuerte y sabe aprender de cada situación. Aprender y aprender…

«Nunca estamos más alejados de la verdad
que cuando creemos tenerla encerrada y segura en nuestra mano.»

Cada palabra es un arpegio musical hecho de sonidos sofisticados con un fin específico. Con varias palabras hacemos una frase y expresamos una idea compleja, como si fuera una sinfonía clásica. Por eso los mensajes que canalizamos desde la conciencia estelar crean maravillosos paisajes que se plasman en la palabra escrita y se comparten con los hermanos de todos los pueblos. Así la sinfonía crea su propio eco y va gestando un coro de respuestas que recorre el alma de la humanidad, coro que debiera ser cantado por alguno de los dirigentes del mundo.

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